lunes, 16 de enero de 2012

Yo

Desprenderse del "YO" es esencial para poder dejar florecer la esencia de Dios en nosotros. El "YO" lastimosamente viene siendo el problema primordial que abarrota esta humanidad. El pensar en sí mismo trajo desobediencia en Eva y en Adán. Ambos pensaron en lo que podían obtener en base a el ofrecimiento falso del enemigo y así se afectó su relación con Dios y fueron expulsados del Paraíso. El "YO" hizo que Caín se tornara en un hermano celoso y lleno de envidia y matara sin pudor a Abel. El "YO" hizo que el Rey Saúl se fiara en su propio parecer y descartara el mandato de Dios como consecuencia perdió su reinado y la vida. El "YO" hizo que un Faraón en Egipto lleno de prepotencia y orgullo atormentara vilmente al pueblo de Israel trayendo a su propio pueblo castigo de Dios. El "YO" hizo que el pueblo de Israel en vez de tardar días en llegar a la Tierra prometida tardara años por simplemente no obedecer a la voz de Dios cuando los guiaba en el desierto. Y así vemos un sin número de relatos en donde el "YO" sale haciendo daño a quien lo deja dominar su vida y entorno. Vamos a desechar el "YO" para en humildad poder recibir lo que Dios tiene predestinado para quienes le aman y obedecen. Si dejamos que Dios gobierne nuestras vidas puede que la travesía siga siendo dura pero la caminamos sin el estorbo de nuestro "Yoísmo" y con la ventaja de ser favorecidos ante los ojos de El.

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