Cuantas heridas provocan una caída. Hay veces que caemos porque nos tropezamos,otras porque nos empujan para caer y muchas tantas porque nos dejan caer. Mefiboset conoce de caídas,en sus tiempos de infancia tuvo una,no fue su culpa, quien lo cuidaba lo dejó caer, tal vez su caída fue accidental,esa mujer no pretendía otra cosa que protegerlo pero él se le cayó de sus brazos, y las consecuencias se hicieron reflejar rápidamente en su cojera.Ese sentir desde niño de incapacitado, no porque no pudiese hacer nada sino porque se sentía por dentro como un "perro muerto", no digno, una carga, su autoestima estaba por el suelo producto de una imagen interna errónea. Tristeza, dolor, llanto; ¿cuántas veces se habrá preguntanto: por qué a mi? Pero Mefiboset no esperaba que un día su vida, su entorno y todo cambiara. El Rey David honrando la promesa que le hizo en un momento a su amigo Jonatán comenzó a buscar si quedaba heredero en la Casa de Saúl. ¿Heredero? ¡Wow! No se si te percataste de esto pero Mefiboset parecía obviar su identidad real porque le pesaban más sus marcas en su cuerpo y corazón producto de la caída. La realidad es que él era heredero, y así el Rey David lo llamó para darle Su herencia e invitarlo a comer en la mesa del palacio junto al Rey, comer del banquete del Rey, vestirse de las mejores ropas, gozar de bienestar y bendición, vivir en su real identidad, esa que él no pudo reconocer. ¿Cuántos aquí a veces olvidamos la promesa de Dios de que somos herederos porque tenemos un dolor grande en el corazón, una marca de una caída, una imagen distorcionada de quienes somos para Dios? Dios te ha hecho muchas promesas que no se verán opacadas ni por tu condición humana, ni por tus errores del pasado, ni por el dolor de una caída. ¿Te tropezaste y caíste? ¡Levántate, eres heredero(a)!, ¿te empujaron y te caíste? ¡Levántate, eres heredero(a)!, ¿alguien te dejo caer? ¡Levántate, eres heredero(a)! Dios te está llamando, el Rey te está invitando para que te sientes a la mesa con Él, para que disfrutes del banquete de Su misericordia y gracia. ¡En Él somos herederos!
Lectura bíblica: 2 Samuel 9:1-13
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