lunes, 30 de mayo de 2011

El problema del "YO"


    "No seas sabio en tu propia opinión;
      más bien, teme al Señor y huye del mal"

-Proverbios 3:7


"Confiar en mi mismo ciegamente" ¿Haz escuchado alguna vez esa frase? Es lo que llamaríamos una frase motivacional. Es lo que encontramos en muchos libros de pensamiento positivo. Estamos en la era del "Yoísmo". Pareciese algo bueno y hasta gratificante decir "Yo puedo hacerlo" pero deberíamos entender las implicaciones de esa frase pues creo que la misma está a medias. De hecho, confiar ciegamente en mi es algo que puede traer consecuencias nefastas a nuestras vidas. 



Cuando confiamos en nuestro propio entendimiento hay altísimas probabilidades de fallar en las decisiones que tomamos. El humano tiende a pensar que su juicio es uno correcto y que su voluntad es una que va alineada en lo que para sí mismo es algo bueno y gratificante. Lo problemático de esta ola de pensamientos es que estamos dejando algo fuera de la ecuación. Lamentablemente, no estamos incluyendo en esta línea de pensamiento a Dios. Y al excluirlo a El estamos excluyendo también lo que El puede hacer por nosotros. Tengan en cuenta que todo lo que El tiene y quiere ofrecernos es para nuestro bien. 


Es precisamente, cuando tomamos una decisión que meramente se basa en ese pensar de autoficiencia y de satisfacción "yoísta" que podemos comenzar a ver que las cosas nos salen mal. Creemos erróneamente que podemos irnos por encima de la voluntad de Dios y que podemos excluirlo de nuestros planes. Sí, porque El es bueno y bondadoso hasta que tengo que ceder a mi voluntad. Ahí radica el problema de cuestionar la soberanía de Dios y tratar de imponer el criterio nuestro por encima del de El.


Vienen las consecuencias de adelantar nuestra agenda y atrasar la de Dios. Vemos que cuando las cosas no nos salen bien nos vamos a la clásica excusa humana para menospreciar y críticar a Dios. Y pareciese que entendieramos que Dios fuese nuestro "Genio de la botella" pues es Todo poderoso para cuando queremos algo que nos satisfaga a nosotros pero sí no nos complace nuestras voluntades egoístas decimos: ''Dios es poderoso pero no obra en un milagro para mí".



Claro, el milagro o bendición nunca ha de llegar si tu dependencia es enteramente en tu propio juicio y entendimiento. ¿Cómo pretender que Dios actúe en tu vida y haga un milagro de transformación y bendición en ella si no le entregas cada parte de la misma a El? Es la eterna batalla de que yo tengo el control del guía y Dios que vaya de pasajero en el viaje pues yo escojo mi camino pero si me estrello contra un poste de luz por no hacerle caso a El demando el por qué El no pegó frenos o me desvío para que no chocara, pero la realidad es que nunca permitimos que el ejecute Su voluntad en nosotros y cuando por nuestras propias decisiones fracasamos viene el lamento y los cuestionamientos a Dios. Inclusive, nos rebelamos de tal forma que pensamos que el poder de El se acabó y no funciona en nosotros.


¿Sabes por qué no funciona? Porque Dios es Soberano y hasta que no aceptes Su soberanía, Su voluntad y le des espacio en ejecutar Su plan en tu vida no verás la bendición que El desea otorgarte. Tú no eres tu propio dueño quien te creó lo es. Los humanos realmente somos impacientes y esa impaciencia nos lleva a un estado de letargo espiritual en donde la inercia en ese importante rango de nuestras vidas hace estragos.



Todavía tenemos que entender que la frase estaba incompleta no se dice "Yo puedo" sino "Todo lo puedo en CRISTO que me fortalece". Entiende, de donde viene todo lo bueno que tienes. Entiende, que la autosuficiencia te aleja de Dios. Entiende, que Dios no quiere personas que dependan de sí mismas pues esto los conduce al fracaso. Entiende, que Dios quiere hacer Su voluntad en tí.


Es bueno recibir la bendición de Dios pero Dios no es una figura decorativa que solo vas y le pides cuando deseas. El es un Dios Soberano que desea que reconozcas que El vive, El reina y que Su voluntad es la que debe dominar tu vida para que puedas recibir la bendición.



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