sábado, 27 de agosto de 2011

El valle de los huesos secos es el valle de los talentos enterrados




Qué tristeza es ver un espíritu convertirse en un valle de huesos secos. Eso ocurre cuando estás en un lugar donde no se permita que el Espíritu Santo se manifieste con libertad y te use como El desea. El problema de muchas Iglesias modernas radica en tratar de controlar al Espíritu Santo y sus dones cayendo así en un letargo espiritual. Hay personas que se acostumbran tanto a ese letargo que llevan años en el Evangelio y aún siguen empollando dones. Esperando así agradar a Dios mientras se vuelven en homicidas silenciosos de su espíritu. Los dones y talentos así no se multiplican. 


No puedes pasar de gloria en gloria si no dejas al Espíritu Santo que se manifieste y te use. Si eres de los que vas Domingo tras Domingo a la Iglesia y aún sigues sentado en la banca ya sea por tu comodidad o ya sea porque no hay visión dentro de donde tú estás para que esos dones y talentos salgan de tí y se pongan al servicio de la obra de Dios para que se multipliquen en cosecha, te advierto que Dios te pedirá a tí cuenta de ellos. No a nadie más, pues cada quien es responsable de lo que se le es dado.


Si estás conciente después de leer esto que estás entrando a un estado de valle de huesos secos, es hora de salir de donde estás y entrar en un lugar de visión en donde no miren con ojos naturales tu potencial sino que lo miren con ojos espirituales y te posicionen en el destino que Dios tiene trazado para tí.


Todos poseemos dones y talentos, nadie es inservible para el Reino de Dios. Es hora de pararnos de la banca y honrar a Dios con lo que El depositó en nosotros. Vivifica tu espíritu antes de que este perezca por la inercia y por la cohibición. Dios nos llamó con propósitos más allá de ser meros expectadores sino para convertirnos en personas de acción dentro de la obra que El nos ha encomendado. ¿Estás dejando morir tu espíritu? ¿Tus dones están enterrados? ¿Cuando piensas salir de ese letargo? Algún día pudieses escuchar a Dios decirte lastimosamente: "Y al siervo inútil echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes."- Mateo 25:30.


Es tiempo de cambios, es tiempo de poner todo lo que Dios te ha dado en uso. No importa tu edad, raza, trasfondo social o quién fuiste. Lo que importa es quien eres ahora en El. Déjate usar sin miedo, y usa lo que El te da y verás como Dios te bendecirá espiritualmente.

►LECTURA:

Mateo 25:14-30

Reina-Valera 1960 (RVR1960)

Parábola de los talentos

14 Porque el reino de los cielos es como un hombre que yéndose lejos, llamó a sus siervos y les entregó sus bienes.
15 A uno dio cinco talentos, y a otro dos, y a otro uno, a cada uno conforme a su capacidad; y luego se fue lejos.
16 Y el que había recibido cinco talentos fue y negoció con ellos, y ganó otros cinco talentos.
17 Asimismo el que había recibido dos, ganó también otros dos.
18 Pero el que había recibido uno fue y cavó en la tierra, y escondió el dinero de su señor.
19 Después de mucho tiempo vino el señor de aquellos siervos, y arregló cuentas con ellos.
20 Y llegando el que había recibido cinco talentos, trajo otros cinco talentos, diciendo: Señor, cinco talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros cinco talentos sobre ellos.
21 Y su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor.
22 Llegando también el que había recibido dos talentos, dijo: Señor, dos talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros dos talentos sobre ellos.
23 Su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor.
24 Pero llegando también el que había recibido un talento, dijo: Señor, te conocía que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no esparciste;
25 por lo cual tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra; aquí tienes lo que es tuyo.
26 Respondiendo su señor, le dijo: Siervo malo y negligente, sabías que siego donde no sembré, y que recojo donde no esparcí.
27 Por tanto, debías haber dado mi dinero a los banqueros, y al venir yo, hubiera recibido lo que es mío con los intereses.
28 Quitadle, pues, el talento, y dadlo al que tiene diez talentos.
29 Porque al que tiene, le será dado, y tendrá más; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado.
30 Y al siervo inútil echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes.

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