No sirvamos de piedra de tropiezo a nadie. Si vemos una persona en necesidad ayudamos más extendiendo una mano para levantar al caído que extendiendo un dedo para señalarlo. No utilicemos palabras para menospreciar a otros y engrandecernos. Recordemos de dónde Dios nos sacó para que no nos atrevamos a mirar por encima del hombro a quienes hoy El levanta.
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