Nos desesperamos cuando el fuerte oleaje de las pruebas, dificultades y circunstancias duras se levanta y las aguas de la imposibilidad parecen llegarnos hasta el cuello...Clámamos:
Dios mío, se revuelven los ríos, se levantan las olas, ¡se agitan los mares!...
-Salmos 93:3 (TLA)
Pero es en esos momentos cuando deberíamos tener en cuenta las promesas de Dios y afirmar:
Pero tú, en el cielo,te muestras más poderoso que el rugido de los mares; ¡más poderoso que las olas del mar!
-Salmos 93:4 (TLA)
Tenemos que tener una certeza en Dios y es que podemos próclamar y declarar que si tenemos a Dios en nuestras vidas contamos con el amor de El, y por consiguiente, con la total protección de El. Su amor no tiene fin porque no puede ser comprado es un amor fiel, sincero y no perece:
¡No hay mares que puedan apagarlo,
ni ríos que puedan extinguirlo! Si alguien se atreviera
a ofrecer todas sus riquezas a cambio del amor, no recibiría más que desprecio.
-Cántares 8:7 (TLA)
Dios nos promete algo que podemos dar por seguro cuando nos sentimos que ese oleaje y las muchas aguas nos desean abrumar:
Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti.
-Isaías 43:2 (RVR1960)
¡ASI QUE NO NOS HUNDIREMOS ANTE EL EMBATE PORQUE...!
Tenemos como ancla del alma, una esperanza segura y firme, y que penetra hasta detrás del velo,
- Hebreos 6:19 (NBLH)
¡Y RECUERDEN QUE ESA ESPERANZA TIENE NOMBRE Y SE LLAMA: JESUCRISTO!
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