Él único poder que tiene el enemigo es cuando le damos la razón concordando con las mentiras que nos susurra y así ponemos en poco la única verdad que encontramos en la palabra de Dios. No recibas la mentira en tu mente y corazón, recházala rotundamente. Dejemos al enemigo ya derrotado avergonzado al declarar y próclamar por fe las verdaderas promesas de Cristo. Como hijos de un Dios sóberano sabemos que las circunstancias que nos rodean no nos gobiernan sino que es Dios quien tiene control de todo y de todos, en medio de tus circunstancias reconoce quien tiene la verdad y de donde procede el poder. Solo en Él podemos ser verdaderamente felices y libres en espiritu. La victoria en ÉL es nuestra.
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