Entonces fuí cruzando escalones, escalones que con esfuerzo me hacían llegar más a la meta anhelada. No fue fácil subir por ellos, en ocasiones las piernas flaqueaban, en muchos de ellos me tuve que detener y pedir en cuclillas nuevas fuerzas para seguir adelante. Pero algo me hacía continuar y era el deseo de llegar a la meta. Fueron tantas las cosas que dejé atrás desde que decidí caminar por TU camino, tantas... pero ninguna de ellas juntas vale lo que vales TU. Eso es algo que me servía de fuerza motora para seguir. Cuando ya casi me vencía por el cansancio observaba TU resplandor que de lejos me invitaba a seguir, eran los rayos de TU luz imponente los que me alumbraban el camino y así seguía, caminando y apoyándome en esa fe inagotable y en esas ansias incontrolables de verte pronto. Estoy tan cerca a la meta, que siento que ya no tengo escalones que pisar, ya pronto he de levitar en las alturas observando TU hermosa presencia...
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