El humano siendo un ser curioso por naturaleza desde su creación se ha sumergido en una constante búsqueda para encontrar respuestas a todas sus interrogantes. El hombre al sentirse incompleto o vacío comienza una sedienta búsqueda para encontrar esa única fuente de felicidad; la felicidad que lo llena todo y que nada deja sin empapar de regocijo.
Lamentablemente, en ocasiones buscamos en los lugares equivocados y tratamos de llenar nuestro vacío con objetos que simplemente son una materia inerte y fría. Esto trae como consecuencia la inconsolable tristeza que para muchos es el pan de cada día. Y nos cuestionamos, ¿por qué a mi?, ¿por qué sufro y lloro tanto en esta vida?. Es en esta etapa, cuando comenzamos a culpar al Mundo y a otros por nuestra situación deprimente sin caer en cuenta que nosotros mismos salimos en la búsqueda de esa infelicidad.
Somos por lo general, seres inconformes y en la mayoría de las situaciones somos materialistas. Desgraciadamente, el materialismo es la ruta que nos conduce al fracaso espiritual. Este fracaso lo atraemos nosotros a nuestro ambiente pues obviamos lo sencillo del arte de vivir, la esencia de la vida. El mero hecho de estar vivos nos debe causar una felicidad genuina, porque debemos de entender que no estamos existiendo por pura casualidad ya que todo ser humano tiene un propósito y un plan especial que realizar.
La felicidad está colmada de bendiciones, la clave para poder encontrarla es reconocer que todos la podemos poseer en cualquier instante. Debemos entender que está hecha para cada uno de nosotros pues es un regalo que se nos otorga desinteresadamente. Existen un sin número de personas que han logrado encontrar la felicidad plena y llenar ese gran vacío.
La felicidad genuina nos puede llenar nuestra copa espiritual. Si alguna vez te haz preguntado, ¿por qué no eres feliz en la vida?, mejor analiza si en realidad has buscado la felicidad verdadera. Tal vez, solo has conseguido una realidad utópica y falsa. Esta felicidad a la larga se convierte en pasajera. Lo material se desaparece con el tiempo y no tiene sentimientos para poder sentir o padecer.
Debemos como seres humanos curiosos hacernos una pregunta importante, ¿quién nos creó y con qué propósito? De igual manera que Dios creó al mundo también creó la felicidad. ¿No crees que quien creó la felicidad es la persona indicada para otorgarla? Si contestas afirmativamente, eres una persona afortunada pues eres de los pocos que han encontrado y reconocido que la felicidad tiene nombre y se llama DIOS.
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