viernes, 3 de junio de 2011

Atados por la pasividad




El enemigo trabaja muy astutamente con aquellos que no se aperciben de sus acechanzas, ¿y cómo se pretende alertar a un pueblo si no se le habla de las maquinaciones de este? En la misma Biblia se habla de las características de este y de por qué debemos estar apercibidos. No es tenerle miedo o darle gloria es saber cómo este se comporta para no dejarle la entrada a nuestras vidas y con autoridad cerrarle el paso.

Lamentablemente, por asumir una postura pasiva el pueblo cristiano está sufriendo las consecuencias. Por decir,no menciono al diablo no lo hace a él dejar de acechar mi persona si  no que con esto lo que hago es abriéndole puertas con la pasividad. Una cosa es mencionarlo como dándole gloria y otra cosa es no reconocer el daño que este puede perpetuar dentro de una congregación no apercibida.

Tú tienes una autoridad delegada por Dios para con esta someter y reprender a cualquiera de las huestes espirituales pero si no las percibes no puedes reprenderlas. Por eso un pastor tiene la encomienda de no tan sólo hablar del poder de Dios sino que también alertar de las maquinaciones, características y formas de estos espíritus inmundos para que podamos ejercer esa autoridad delegada cuando detectamos que estos se acercan a nuestro entorno.

¿Cómo podemos identificar estas huestes? Pues tal como identificamos a un hijo de Dios por sus frutos. Podemos percibir qué es lo que se mueve en un entorno o persona por los frutos. Veamos la misión que tiene el enemigo para con nosotros: ‎"El ladrón (enemigo) no viene más que a robar, matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia." - (Juan 10:10) Vemos muy claramente que todo lo que provenga del enemigo es engañador y viene para perpetuar destrucción en nosotros y en los nuestros. No tan sólo eso sino que roba, o sea quita, resta no une sino que divide. En contraste, vemos lo que nos da Dios, vida pero una vida en abundancia, eterna, una vida que es llena por la totalidad de El. Dios bendice espiritualmente y abundantemente mientras que el enemigo maldice, quita, roba, daña y hace mal a tu vida en diferentes renglones.

Para poder detectarlo en su actuación debemos estar apercibidos que no es otra cosa que alertas. ¿Cómo mantenernos alertas? Pues precisamente conociendo de la manera que el ejecuta sus planes y pidiéndole a Dios discernimiento para poder diferenciar de lo que procede de Dios vs. lo que proviene del enemigo. Recordemos, que el enemigo se viste de ángel de luz, tal como nos advierte su palabra: "Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz.” (2nda Corintios 11:14)

Precisamente, porque este es uno que puede esconderse y disfrazarse de buenas intenciones es que debemos pedirle en constante oración a Dios el don del discernimiento para poder distinguir lo bueno de lo malo y poder separar una cosa de otra. No nos dejemos engañar y pensemos que por no hablar del enemigo este ha dejado de maquinear en contra de nosotros. Por ser hijos de Dios somos declarados enemigos de este; por lo tanto, no nos debemos sorprender que él este presto para hacernos daño con sus dardos.

Podemos, contrarestar sus ataques ejerciendo esa autoridad delegada que nos da Dios pero esta tan sólo la podemos ejercer cuando sabemos bien a qué nos enfrentamos y en quién confiamos. Mántengan sus ojos puestos en Jesús y apercibidos pidiendo a Dios que les revele siempre la verdad. Mántengan su uniforme completo en Cristo para que puedan hacer la buena batalla de la fe. 
Recordemos, que “no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestiales” (Efesios 6:12) No dejemos que el silencio y la pasividad en nuestra congregación sirva de atadura y con esta le demos entrada a las acechanzas de este enemigo de las almas. No guardes silencio e impongas censura al hablar de lo que es guerra espiritual mientras el enemigo como polilla va carcomiendo tu templo entero. 

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