¡Cuán bueno es nuestro Dios que aún en las pruebas más duras nos conduce por caminos de paz y de bien! El nunca nos abandona, mientras más dura la adversidad más nos inclinamos hacia El y más nos sostiene con Su mano poderosa. Es durante los momentos más duros, cuando más solos nos sentimos, cuando estamos exhaustos y sin fuerzas que acudimos donde El con una necesidad de que seamos ayudados, respaldados, sustentados, levantados, sanados, amados. Es ahí que El toma el timón de nuestras vidas completamente y llegamos a puerto seguro. En nuestra adversidad podemos conocer la mano poderosa de Dios pues permitimos durante estos procesos que El tenga todo el control. Mientras nosotros en nuestras fuerzas gobernamos las situaciones no permitimos que El trabaje, pues no le cedemos el control a El. Precisamente, es cuando Dios tiene todo el control que estaremos totalmente bien. Mientras tanto simplemente nadaremos contra la corriente.
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