miércoles, 8 de febrero de 2012

Guerra espiritual


Guerra espiritual: 
"Como guerrero sal a la batalla con toda tu armadura ya puesta, como edificador levanta el muro de protección y como centinela vigila y cuida la obra que levantas"

(Isaías21:5-9)

"Ponen la mesa, extienden tapices; comen y beben. ¡Levantaos, oh príncipes, ungid el escudo! Porque el Señor me dijo así: ve, pon centinela que haga saber lo que vea. Y vio hombres montados, jinetes de dos en dos, montados sobre asnos, montados sobre camellos; y miró más atentamente, y gritó como un león: Señor, sobre la atalaya estoy yo continuamente de día, y las noches enteras sobre mi guarda; y he aquí vienen hombres montados, jinetes de dos en dos. Después habló y dijo: Cayó, cayó Babilonia; y todos los ídolos de sus dioses quebrantó en tierra." 

El profeta Isaías vio la victoria, vio la celebración con todos sus detalles. En cierta manera, él estaba declarando con fe la victoria de antemano puesto que con Cristo somos victoriosos. Por eso habla de que los vio poniendo la mesa, extendiendo tapices (manteles), comiendo y bebiendo. Eso era una gran fiesta para la celebración de una victoria. Me resulta un tanto necesario darles hincapié de que antes de salir a una guerra o batalla deben declararse por fe en victoria con Cristo. 

Vemos en la palabra que en la revelación él da un grito de alerta, de convocatoria para que los guerreros se levanten 

Despierta tú que estás dormido para que vayas a alistarte en el ejército de Dios, abre tus ojos para que veas la luz y esto es para que puedan ver lo que Dios quiere mostrarles y revelarles.

(Efesios 5:14) "porque la luz es lo que hace que todo sea visible. Por eso se dice: «Despiértate, tú que duermes, levántate de entre los muertos, y te alumbrará Cristo.»"

¿Quién es el dador de vida?

Pues ese es Cristo, solo Jesucristo. En El tenemos vida y vida en abundancia. No podemos andar como muertos en el espíritu, nosotros somos Su cuerpo y Dios quiere un cuerpo con vida, un cuerpo en donde cada uno de sus miembros refleje los frutos del Espíritu que aparecen en (Gálatas 5:22-23) "En cambio, el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio. No hay ley que condene estas cosas."

Antes de salir a la guerra en este versículo se les dice a los príncipes e hijos de Dios un mandato y es que unjan su escudo. Antes de salir a una guerra espiritual tienes que estar preparado. ¿Contra quién nos enfrentamos? No nos enfrentamos en una lucha natural sino es una lucha en esferas sobrenaturales, en lo espiritual. Existe un mundo natural, el que ves, el que palpas, el que tocas, en el que puedes interactuar con otros, es este mundo natural donde vives, es en este mundo natural donde reside tu cuerpo, pero también hay un mundo sobrenatural, es el mundo espiritual en donde se nos advierte de antemano en la palabra de Dios que es contra quién luchamos, y es tan real como el mundo natural en donde resides.

(Efesios 6:12) “no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestiales” 

Estén vestidos con su armadura entera, tomen su armadura entera. No salgan a la guerra o a la batalla sin una pieza pues cada parte de la armadura como nos explica Pablo en (Efesios 6:10-18) es esencial para protegernos y defendernos de las maquinaciones del enemigo. 

“Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo”

En Efesios 6:11 Pablo enfatiza el ponerse TODA la armadura de Dios. Algunos de nosotros estamos preocupados más con una pieza de la armadura de Dios hasta el punto que las otras son olvidadas. Debes tener puesta toda la armadura o puedes encontrarte a ti mismo un experto en el uso de la “espada del Espíritu” y así todo derrotado porque olvidaste el escudo de la fe. 

El Apóstol Pablo nos habla en (Efesios 6:14-18) sobre dicha armadura quiero hacer un paréntesis dentro del versículo de Isaías para que vean las partes importantes y cada una de las piezas que debemos colocarnos antes de salir a una batalla espiritual.

“14Manténganse firmes, ceñidos con el cinturón de la verdad, protegidos por la coraza de justicia,15 y calzados con la disposición de proclamar el evangelio de la paz.16Además de todo esto, tomen el escudo de la fe, con el cual pueden apagar todas las flechas encendidas del maligno.17 Tomen el casco de la salvación y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios. 

18 Oren en el Espíritu en todo momento, con peticiones y ruegos. Manténganse alerta y perseveren en oración por todos los santos.”

1) El cinto: 

La primera pieza de la armadura en abrocharse es el cinturón o cinto de la verdad. En el mundo natural, un traje de armadura era atado al cinto el cual sostenía las otras piezas de la armadura en lugar. La verdad de la Palabra de Dios es el cinto espiritual al cual todas las otras piezas de la armadura se atan. El primer ataque de Satanás sobre el hombre fue en relación con la verdad: 

(Génesis 3:2-4) “La mujer respondió a la serpiente: —Del fruto de los árboles del huerto podemos comer, pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni lo tocaréis, para que no muráis. Entonces la serpiente dijo a la mujer: —No moriréis” 

La verdad te protegerá de las mentiras y errores doctrinales del enemigo. La verdad es la que ciñe tu armadura espiritual. Has de tener tus lomos (tus órganos vitales espirituales) cubiertos con la verdad: “Estad, pues, firmes, ceñida vuestra cintura con la verdad” 

(Efesios 6:14). 

¿Qué es la verdad? 

Jesús dijo, “Yo soy la verdad”. (Juan 14:6)

El Espíritu Santo es el “Espíritu de Verdad”. (Juan 14:17)

Dios es verdad. (Romanos 3:4)

La Palabra de Dios es verdad. (Salmos 119:151) 

El Evangelio es verdad. (Colosenses 1:5)

2) La coraza:

En el mundo natural, la coraza cubre la parte superior del cuerpo del guerrero para proteger sus órganos vitales tales como el corazón, pulmones, etc. La coraza espiritual de la justicia no se refiere a tu justicia, sino a la cobertura de la justicia de Cristo: 

(Filipenses 3:9) “Y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que se basa en la Ley, sino la que se adquiere por la fe en Cristo, la justicia que procede de Dios y se basa en la fe” 

Te sostienes SOLO en Cristo. No puedes enfrentar al enemigo sin la protección de la justicia de Cristo: 

“En palabra de verdad, en poder de Dios y con armas de justicia

a diestra y a siniestra” (2 Corintios 6:7). 

La justicia de Cristo protege tus “órganos vitales” espirituales de los ataques de Satanás y de la impiedad. La coraza de justicia debe ser abrochada sobre el cinto de la verdad. 

3) Los zapatos:

Existen diferentes tipos de zapatos para diferentes propósitos. Algunos son para caminar, otras para actividades deportivas específicas. Los zapatos del soldado son de otro tipo son zapatos designados para la guerra. Un soldado que no es capaz de avanzar en el campo de batalla es incapaz de estar y avanzar en la guerra. Los zapatos correctos ayudan a que tus pies estén firmes para la guerra y el embate. Y es una de las cosas que el Apóstol Pablo nos repite en exhortación el estar firmes… Debemos ponernos los zapados, estos zapatos también significan la buena disposición por expandir el Evangelio de Cristo por todo lugar; un Evangelio que trae buenas nuevas de paz.

4) El escudo:

El escudo al cual se refiere la palabra en Isaías es el de la fe. La fe en nuestro Dios y en el poder de Dios. La fe en que creemos en quien es Cristo y en el poder que hay en Él, y el poder que reside en nosotros cuando lo aceptamos a Él como único Salvador y nos convertimos en Sus hijos. Esa misma fe es la que nos da la victoria que el profeta ya declaraba por medio de la visión que Dios le mostraba. Esa es la fe que debe de movernos a actuar en plena confianza en Dios y es esa misma fe la que no debemos soltar. Dice la palabra de Dios que:

(1 Juan 5:4) “Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe” 

Por eso el profeta se concentra en pedir que unjan sus escudos de la fe sabiendo la importancia de esto para la victoria en Cristo. ¿Hay alguna brecha o grieta en nuestro escudo? ¿Grietas de incertidumbre, brechas de dudas, alguna que otra grieta de temores, falta de confianza en Dios… ¿Hay alguna grieta o brecha en tu escudo de la fe? Unge tu escudo, se nos pide que unjamos nuestros escudos. ¿Cómo ungirlos si no es con la presencia de nuestro amado Dios? Hay que pedirle a Dios que nos unja nuestros escudos. Y esta petición la comunicamos a través de nuestra oración individual y nuestra intercesión por nuestros familiares, hermanos de la fe, ministerios, (1 Tesalonicenses 5:17 “oren sin cesar” los unos por los otros) Cuando clamamos a Él con fe y tomamos la verdad en el Evangelio como nuestra Él nos protege completamente. Es ahí, que no habrá flecha, ni dardo, ni lanza que pueda penetrar nuestro escudo.

5) El casco o yelmo:

El yelmo cubre la parte de la cabeza, y en la cabeza está nuestra mente, se nos pide que nos cubramos con el yelmo de la salvación para que nuestra mente tenga la seguridad de quienes somos en Cristo pues somos salvos a través de Él, este yelmo nos cubre de todos los ataques del enemigo que puedan ser perpetuados a través de la mente ya sea por dudas, por confusiones, por falta de visión o convicción en lo que Dios nos ha dado. 

6) La espada del Espíritu: 

La “espada del Espíritu” es la Palabra de Dios. Es tanto un arma ofensiva como defensiva. En la Biblia encontramos diversos ejemplos de cómo Jesús fue atacado por las tentaciones del enemigo y este venció al enemigo a través de la Palabra. Es demasiado importante que leamos y escudriñemos las escrituras. La palabra de Dios y cada uno de sus versículos y en cada una de sus promesas hay una herramienta para salir victoriosos resistiendo a los ataques del enemigo, sea el ataque que sea.

La oración e intercesión es uno de los elementos más importantes de la armadura, puesto que por medio de la oración es que Dios puede ungirnos con Su amor, presencia y fortaleza y ayudarnos a resistir todo embate. Cada vez que oramos levantamos murallas y edificamos muros para protegernos de los ataques de manera ofensiva antes que estos se perpetúen. No podemos esperar a que el ataque ocurra para orar debemos estar orando sin cesar y esto nos mantendrá con nuestro enfoque puesto en Dios y a su vez se traduce en una victoria asegurada.

¿Por qué hago hincapié en la oración y en la intercesión? 

Porque tan pronto oramos a Dios El acude a nosotros con Su presencia, derrama de su Shalom (paz) para que cualquier brecha sea cerrada, y también nos da un plan estratégico para la batalla para como ejército de Él defendernos y protegernos. Si volvemos al versículo en Isaías vemos como ordena a que pongan centinelas (un centinela es un guardián que vela de día y noche para dar aviso si se acerca algún enemigo a atacar). Un centinela, ¿cuántos centinelas necesitamos en nuestro hogar, iglesia o ministerio? Todos los posibles, todos necesitamos tener los ojos espirituales abiertos para que puedan ver lo que Dios desea revelarles como estrategias para proteger la obra. Centinelas que vigilen y que intercedan a Dios día y noche, sigamos orando los unos por los otros constantemente, siendo escuderos los unos de los otros para que la obra sea edificada completamente. A el centinela le fue revelado los que venían de antemano porque Dios abre sus ojos espirituales para que vea y con voz como de León, esto porque es el Espíritu Santo que está en él declara lo que vio y no tan solo lo que vio sino que deja saber que Babilonia cae con una afirmación y seguridad puesto que Dios así lo había revelado.

...Babilonia cae, ¿cuál es tu Babilonia? ¿pecado, temor, confusión? Vamos a declarar por fe que tu Babilonia cae en este día y que de ahí no vuelve a levantarse porque todo lo que trate de paralizar lo que Dios quiere hacer contigo queda quebrantado hoy. 

Yo creo que una persona que realmente está protegida es una persona que sabe levantar muros. Voy a Nehemías como ejemplo. Otra palabra poderosa que puso Dios en mi mente para este tema. La ciudad de Jerusalén estaba totalmente destruida y desprotegida. No había muros ni fortalezas que pudiesen contener ataques enemigos. Nehemías y unos siervos movidos por Dios, porque es Dios quien pone el querer como el hacer comenzaron la obra de levantar muros para proteger dicha ciudad. Eran edificadores, y digo observando esta palabra, que de seguro tú que me lees de alguna manera estás edificando. La importancia tan grande de edificar un muro radicaba en protección, una fortaleza que le sirviera de protección. ¿Cuántos aquí necesitamos esa cobertura? Todos, todos necesitamos levantar un muro de protección. Y mientras Dios nos coloca en lugares en donde estamos levantando y edificando obra necesitamos protegernos. 

Dice en Nehemías que el sufrió diversos ataques, sí el enemigo quería paralizar la obra de alguna manera. ¿Cuántas veces no nos sucede que estamos haciendo algo para Dios y pareciese como si el infierno y todos sus secuaces se levantaran en nuestra contra en oposición? Y así se levantaron varias personas en contra de lo que estaba haciendo Nehemías, se levantaron Tobías y Sanbalat, molestos, completamente molestos por la obra que estaba levantando Nehemías con la ayuda de muchos tantos siervos. 

Algunas de las estrategias que usará el enemigo para que la obra paralice es desentusiasmarte. Tobías y Sanbalat cuestionaban la durabilidad de lo que estaban construyendo. Menospreciaban la obra con palabras para sembrar duda en los que edificaban. No podemos permitir que nada ni nadie trate de menospreciar lo que haces para Dios y lo que edificas para Dios, no te puedes permitir tú tampoco hacerlo, eso precisamente quiere el enemigo que dudes de las capacidades que tienes para realizar algo. Otro ataque del enemigo fue, la persistencia de Sanbalat y Gesem mandando cartas a Nehemías para que este abandonara la obra y fuera donde ellos. Envió cuatro cartas y siempre Nehemías respondía que no iba pero en la quinta ocasión mandan a un criado con una carta abierta que contenía una información no cierta y una invitación para que él se reuniera con ellos para consejo. ¡Cuidado con los que te dan consejos o te invitan a escucharlos! Discierne bien si estos consejos vienen de Dios o de sus corazones como inventos de ellos. Tenemos que entender que las buenas intenciones no son palabra de Dios, Dios desea que nos dejemos llevar por Él y por su visión para con nosotros. No podemos abandonar nuestra construcción de la obra para ir a reunirnos a escuchar consejos de visiones ajenas a las que ya Dios nos ha dado a nosotros. Todos y cada uno de nosotros Dios les ha depositado un llamado particular, una misión, una visión y un propósito, cuando comiences a construir esa obra que Dios te deposite, esa obra que Él pone en tus manos concéntrate en dicha visión dada a ti. Dios no quiere que abandones su visión. Otro ataque es infundir miedo. El enemigo le encanta infundir temor para que huyamos de las responsabilidades que Dios deposita en nosotros. Si Dios nos da un llamado no podemos escondernos con temor, debemos asumir dicho llamado con valentía sabiendo que al que Dios llama Él respalda, no importan los temores que puedan aflorar o las inseguridades, Dios se glorifica en medio de cada una de nuestras debilidades. Dios mismo es amor y el verdadero amor echa fuera todo temor. No podemos prestarle oídos a aquellos que desean infundirnos temores e inseguridades, inclusive si somos nosotros mismos. Debemos orarle a Dios para que Él nos ayude en el proceso.

Mientras edificamos la obra, mientras edificamos el muro, debemos de por un lado estar pendientes como centinelas, de día y de noche con los ojos abiertos para que nada ni nadie nos engañen o nos desvíe de dicha obra, y por otro lado seguir trabajando sin quitarnos nuestra armadura. Recordemos, como trataron hasta de usar profetas y profecías manipuladas para que Nehemías desertara. Es por esto que la armadura completa es esencial para levantar obra, edificar el muro de protección y estar apercibidos para que ninguno de los ataques espirituales del enemigo penetren nuestra mente. Una vez Dios da una promesa es un sí y un amén en Él, porque Él ha vencido ya nosotros somos vencedores. Hoy deseo que tal como exclamó el profeta Isaías, digan:¡Babilonia cae! ¡Sí, la Babilonia de la duda, incertidumbre y confusión caen hoy y le damos paso a solamente la visión de Dios para con nosotros! Hoy somos todos los EDIFICADORES para la gloria y honra de Dios, mi deseo es que todos los que lean esto entiendan cuán importante es toda su armadura. Si nuestro escudo de la fe necesita ser ungido hoy es momento de comenzar a orar por ello, pues sin fe es imposible vencer los ataques del enemigo.


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