El verdadero guerrero de Dios entiende que cuando la calma aparentemente llega las estrategias del próximo ataque se están planificando, por eso con ojos abiertos y apercibidos, espada de la Palabra en mano, escudo de la fe ungido y con toda la armadura completa puesta, seguimos orando e intercediendo para que Dios nos de Su cobertura total. Mis pies están prestos para ir donde el Señor diga pero también están con los zapatos adecuados para no tambalearme. Podrás ser empujado con violencia pero la mano de Dios nos ayuda y sostiene siempre para que pisemos firmes. Es Su fortaleza la que nos ciñe, porque Él pelea cada una de las batallas de Sus hijos. La calma aparenta llegar pero nunca sueltes tu armadura.
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