No he caminado en el desierto en vano. Cada huella ha dejado unos surcos abiertos y ha dejado huellas en mi y en otros. La vida es un constante caminar donde solamente nos detenemos a divisar claramente cual es nuestra próxima parada o destino. No me he detenido para rendirme o abandonar el camino, sino para visualizar a donde Dios me lleva próximamente. Es necesario de vez en vez, parar y mirar nuestro alrededor. Ando viendo todo mi entorno con visión ensanchada, lo que deba ser en la voluntad de El será, mientras tanto en cada tiempo, en cada paso, en cada recorrido simplemente llevo a cuestas el gozo y la gloria de El. Es que vamos caminando de gloria en gloria y de triunfo en triunfo en El. Aún en los momentos que pareciese una derrota o fracaso, no hay derrota sino una lección aprendida que nos enseña a no perder el enfoque del que sabe el camino correcto. Eso es avanzar con fe y con amor al que nos guía por sendas de misericordia y justicia.
¡Caminemos y solo paremos para ver a donde vamos!
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