jueves, 31 de marzo de 2011

Una exhortación a correr la verdadera carrera de la fe


Si me estás leyendo en este momento, no hay casualidades para Dios y este mensaje es para tí. Es hora y ya es tiempo, hermanos y amigos, en que déjemos de usar la Palabra de Dios a nuestra conveniencia. Leemos la Palabra y aplicamos solamente lo que deseamos para nuestra vida. Y esto es sencillamente y claramente una hipocrecía ante los ojos de Dios. Dios ha escrito Su palabra para que nos dejemos guiar por ella, muchos hombres recibieron la inspiración del Espíritu Santo para plasmar lo que hoy nosotros conocemos como la Biblia, la palabra genuina y soberana de Dios.

Lastimosamente, con el pasar de los años hemos visto que contínuamente se han levantado personas próclamando que son ministros, pastores, profetas, reverendos, apóstoles, evangelistas o líderes que no tienen la mínima idea de lo que es predicar la verdadera palabra de Dios. Se han levantado ellos mismos y se han autoproclamado con esos títulos pero no están llevando la Palabra de Dios con la fidelidad y respeto que esto amerita.

Somos embajadores de Cristo, o sea mensajeros de Dios, Dios desea que prediquemos a las naciones y este mandato no es tan sólo para algunos porque es para todos los que verdaderamente han recibido por gracia este regalo que nos da Dios a través de Su Hijo Jesucristo, al El morir por nosotros, recibe la paga de nuestros pecados pero resucita dándole a todos los que le aceptan el regalo de la salvación y vida eterna. Pero lamentablemente, muchos han utilizado este regalo de manera indecorosa, muchos han subestimado lo costoso y valioso de este regalo, muchos se han olvidado que el precio de nuestra salvación ha costado sangre, y sangre divina.

Cuando ejercemos ese privilegio que nos da Dios de hablar al prójimo sobre las buenas nuevas de salvación, tenemos una responsabilidad enorme sobre los hombros de nosotros. Tenemos que predicar la verdad, y la verdad está solamente en Su palabra, no en teologías, no en dóctrinas, no en dogmas, no en sicología y mucho menos en una denominación. El que vaya a hablar de Dios y a predicar las buenas nuevas de salvación que lo haga dejándose llevar por la Palabra de Dios y guíandose por el Espíritu Santo. Muchos, escriben, hablan, predican, cantan, danzan, hasta alaban y la realidad es que no están siendo guiados o inspirados por el Espíritu Santo, es una emoción carnal. Y cuando eso ocurre, mis hermanos sepa que está en ese momento no agradando a Dios.

Aquí Dios no busca servidores emocionalistas o que se basen en la opinión suya o en sus credenciales de estudios, aquí Dios busca siervos que le amen y le sirvan en espíritu y verdad. ¿En dónde están esos siervos? ¿En dónde? ¿Dónde están esos que se basan en la verdad y en cuál verdad? La verdad los hará libres pero no libertinos. ¿De que verdad se habla? De la única verdad que está en la Palabra de Dios, puramente en la Palabra de Dios, sin quitarle, sin ponerle y sin tener que decir aquél o aquella es más Santo, más puro o de más unción.

Mis hermanos y amigos, la verdad solo la da Dios en Su palabra y la revela por el Espíritu Santo. No podemos continuar como pueblo dividido, diciendo "Soy de Pablo y yo de Pedro..." ¿Acaso no le servimos a un mismo Dios? Pues entonces digan, "yo soy de Dios" y dejen que sea Su palabra quien le de dirección a Su vida y dejen que sea el Espíritu Santo llevándolos por el camino correcto.

Los invito a correr, huyendo de donde no deben de estar, porque estamos en tiempos finales y la carrera vendrá con más obstáculos que vencer. Aquí no es tiempo de perder tiempo hablando necedad y falsedad, aquí es tiempo de hablar con la única verdad que está en la Palabra de Dios y empezar a correr hacia la dirección que el Espíritu Santo nos indica correr. No más altares llenos de hombres filósofos, sicólogos o teólogos y sí más altares llenos de personas que se dejan usar por Dios y se someten a Su autoridad. Déjemos de ser idólatras de hombres y fanáticos de líderes religiosos y empecemos a darnos cuenta de que nos tenemos que someter a Dios y únicamente a Dios. Quién no se somete a Dios y a Su palabra, no es modelo a seguir.

Así que mis hermanos, evalúe a que autoridad ustedes se someten, si es a la de alguien que se somete a Dios o si es a alguien que sigue las corrientes del mundo por complacer oyentes. Dios no desea en su altar ni comediantes, ni personas con ego de "artista", ni personas que deseen tener fama o dominio, Dios desea servidores humildes. Si estás leyendo esto y sientes que Dios te inquieta corre hacia donde el Espíritu de Dios te dice ir y no sigas a quien no se somete a Dios.

¡DIOS LES BENDIGA!

No hay comentarios: