No te detengas por los que se quieran quedar atrás. Cuando Dios te dice: ¡camina, muévete, cruza al otro lado, sígueme! No es tiempo de cuestionar el por qué, ni tan siquiera el para qué, es momento simplemente de obedecer. Si quien está de tu lado trata de retenerte ante el llamado de Dios es momento solo de tomar la palabra y mano de Dios. Si Dios te llama es para que obedezcas no para que te retengas por nadie. ¿A quién vas a honrar en tus decisiones a la humanidad o a Dios?
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