No podemos mirar a las personas por el trasfondo de lo que fueron. El ayer de alguien no representa su presente. El juzgar a alguien por su pasado, el hacer acepción de personas por lo que alguien fue en un momento dado de su pasado no es correcto. Dios es un Dios de nuevas oportunidades, un Dios de perdón, un Dios de misericordia. Dios no desea que mires a las personas por el lente del juicio, sino por el lente de la misericordia. Dios no desea que mires a las personas por su apariencia externa sino que reconozcas los frutos de su corazón.
En este caminar nos toparemos con un sin número de personas de diversos trasfondos, lugares, culturas, costumbres, tradiciones y cada uno de ellos aporta un pintorezco cuadro de lo que es la humanidad. Todos somos diferentes en muchos aspectos, pero no empece a eso, todos hemos experimentado el dolor en algún momento, hemos sido heridos, también hemos herido, hemos sido traicionados y en algún momento en esa área hemos fallado, hemos sido juzgados y muchas veces hemos nosotros querido ser infructuosamente jueces.
A la larga, la verdad es que Dios sigue mirando a los humanos con ojos de misericordia pues cada día que nos da de vida es una nueva oportunidad para soltar cargas, para perdonar, para pasar la página del pasado, para concentrarnos en un presente en El confiando en que en El está asegurado nuestro futuro. Tal vez, nuestro orgullo y ego muchas veces estorba como piedra inmensa para que podamos caminar hacia nuestra restauración total, pero debemos entender, admitir y recapacitar que es muy saludable el vivir para Cristo, imitándolo a El en todo, y esto incluye el perdonar, el soltar todo sentimiento contraproducente en nuestro interior, el no permitir que un sentir dañino ocupe el espacio de lo que Dios desea ofrecerte.
Es tiempo de dejar que solamente Dios reine en tu vida y no permitirle paso en tu corazón a aquellos sentires que lo incapaciten a recibir todo lo que Dios desea dar y ordenar a tu mente a que no reciba los pensamientos errados que puedan traer falta de convicción, dudas y temores a tu ser. Entendamos esto, mientras sigamos cargando con raíces de amargura, rencor, resentimientos, celos, envidia, odio, y todo tipo de sentimiento tóxico en nosotros solamente nos seguimos desgastando espiritualmente al punto que necesitaremos urgentemente una cirugía espiritual para revivirnos; pero te tengo buenas noticias, en algún momento de mi vida me sentí llena de raíces de amargura, pero de la mano de Dios fueron arrancadas, El Cirujano por Excelencia hizo la mejor cirugía que pudieran hacer, tornar un corazón de piedra en uno de carne, quitar todo veneno tóxico de mi corazón. Esto es la verdadera liberación del espíritu, permitir que Dios nos opere de modo que podamos nosotros en libertad poderle servir a El, y poder amar sin límites humanos al prójimo... Y hoy sí puedo decir que amo con el amor de Dios... Deseo que todos puedan recibir ese amor y también propagarlo.
Es el momento de simplemente amar como Dios ama, perdonar, olvidar, empezar denuevo, proseguir, resurgir y no parar de hacer la voluntad de Dios sin mirar atrás, sin juzgar, sin rechazar a quien realmente tal vez lo único que necesita es alguien que le demuestre que realmente es amado y valorado.
"porque no hay acepción de personas para con Dios."
(Romanos 2:11)
"Acercándose uno de los escribas, que los había oído disputar, y sabía que les había respondido bien, le preguntó: ¿Cuál es el primer mandamiento de todos? Jesús le respondió: El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno es. Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos. Entonces el escriba le dijo: Bien, Maestro, verdad has dicho, que uno es Dios, y no hay otro fuera de él;
y el amarle con todo el corazón, con todo el entendimiento, con toda el alma, y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a uno mismo, es más que todos los holocaustos y sacrificios. Jesús entonces, viendo que había respondido sabiamente, le dijo: No estás lejos del reino de Dios. Y ya ninguno osaba preguntarle."
(Marcos 12:28-34)
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