La regla para medir es la palabra de Dios pero quien único nos mide es Él, sin olvidar que a través de Él contamos con un único Mediador, con un Abogado que por la sangre derramada en la cruz nos justifica. Todos nuestros pecados fueron traspasados a Jesús, y Él los dejó clavados en la cruz, en ese intercambio Él nos devuelve como regalo Su salvación, Su justificación.
Cuando aceptamos a Cristo Dios no ve el pecado que separa sino que ve a Jesucristo como puente que nos une a Él. Ya no hay velo divisorio ahora nos podemos acercar a Dios por medio de Su Hijo. Él sabía que ninguno podía llegar a la medida de Dios por lo que nos proveyó un medio perfecto, intachable y único para poder ser justificados y no condenados.
El aceptar a Cristo nos hace Sus hijos y si hijos coherederos, y si coherederos justificados, porque así como resucitó Jesús fuimos resucitados a una nueva vida junto a Él. Ahora es Jesucristo el que vive en los que le aceptan y es el mismo que nos justifica. La gracia de Él nos empapa y nos cubre a través de Su preciosa sangre que redime, purifica y libera. Su misericordia se hace sentir en cada nuevo día. ¡Grandioso, perfecto y completo regalo! ¡Recíbelo!
"Pues Dios amó tanto al mundo, que dio a su Hijo único, para que todo aquel que cree en él no muera, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo por medio de él."
(Juan 3:16-17) (DHH)
"Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe."
(Efesios 2:8-9) (RVR)
"Pero a quienes lo recibieron y creyeron en él, les concedió el privilegio de llegar a ser hijos de Dios."
(Juan 1:12) (DHH)
"y ya no soy yo quien vive, sino que es Cristo quien vive en mí. Y la vida que ahora vivo en el cuerpo, la vivo por mi fe en el Hijo de Dios, que me amó y se entregó a la muerte por mí."
(Gálatas 2:20) (DHH)
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